Bienvenido Amigo visitante


...Gracias, tu que estas aquí...Y de manera transitoria podrás hojear y sentir una pequeña parte de mi...La desnudez de los sentimientos y el deseo perenne de este corazón que nunca lo tengo abotonado...Para que transcriba lo hermoso de la Poesía.


Gracias; tu que me sigues leyendo y has querido seguir estando aquí, yo solo soy un Sol sediento en tu siempre espera...De mi para ti.


Como dice un viejo poeta: Aquí estamos hombre, mujer para dar una clase de distancia y presencia...Pero no te vayas sin dejar huellas,si el Sol brilla de día...Tu eres para mi, el rayo azul de las estrellas...


Reciban mi amor en estos versos...Tan desnuda como el viento...


SOL.






Marisol Pérez.

....Todo empezó con una lagrima... Y desde ahí no he parado de escribir. Dicen que llorar es bueno!


....Así nació SOL



En aquel trance de duro llanto


pude guardar una lágrima...¡Distinta!


Se hizo tan presente sobre mi quebranto


¡Fue ella la que tomo su tinta! (La Poesía)








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Hola Amigos!....

11 de abril de 2012

Benjamín, el sepulturero.







Había llovido la noche entera, tempestades furiosas caían. Como si el viento presagiaba
algo adverso. Aquel invierno halo una fuerza tan nefasta… ¡Yo diría que hasta profanadora!

Remontaré por un instante, aquellas imágenes que aún se mantienen congeladas en mi memoria y cerraré en unas efímeras formas, mi momento y aquella historia del sepulturero.

La brisa fría de esa tarde de otoño, bordó un surco de recuerdos, el sombrío tinte de la tarde, fue opacando sus matices lentamente. Era el día de los muertos, siempre como de costumbre, iba a visitar la tumba de mis abuelos y aprovechaba de quedarme unos días de respiro en aquella alquería. Cruce aquel puente antiguo….De historias raras y paradójicas....Poco después de la caminata, ya me encontraba en el camposanto.

Ahí estaba Benjamín, el viejo guardián sepulturero. Igual como todos los años, de cabellos sucios, poco dientes y ropa con remiendos….Solo su noble corazón no lo tenía descosido.

Me acompañó hasta la tumba, con sus pasos lentos, ya habían flores en aquellos floreros…Le pregunte; ¿Quién había venido?...A lo lejos se escuchaba un lloriqueo, nunca llegue a ver a nadie…. ¡Nadie había ido al camposanto!...Aquella incertidumbre

se cubría en turbación, mientras que el anciano sacaba de su bolsillo remendado un sucio pañuelo para secarse el sudor, de su agitada fiebre. Minutos breves se escucha

el aullido de sus perros, dos mastín español, parecían nerviosos y asustados. Aquel anciano no pronunció palabras, se dio media vuelta y se fue.

Cada vez se hacía pertinaz aquel aullar….Ya mi cuerpo empieza a rociarle esas gotas de pesadumbre y apuró mis pasos para irme, el frío y los grises venideros de la noche, me anticipan….Miraba hacia el cielo, aquel vendaval de tormentas se venía venir. Apresuré más mis pasos, caminaba más la oscuridad y el mismo viento espeluznante que a la vez dispersaba tantas hojas a mis zapatos.

Las primeras gotas escarchadas empiezan a caer y las luces de los relámpagos agudizaban más el momento….Corrí para salvarme de aquel invierno entrante y un viento temible, cerró el portón del camposanto… ¡Sentí pánico! Pensé correr hasta la buhardilla de Benjamín eche un vistazo, todo era oscuro y tenebroso…Solo podía oír aquellos aullidos perros… ¡Creo que mi corazón se paralizó! De repente reanudo la acción y logró atinar que en mi bolso llevó siempre la manivela de la puerta, de la casa vieja de mis abuelos. La saqué, trate de abrir y probar con ella… Cuando siento una mano y un aliento hermético detrás de mí….Jo,…De nuevo me paralizó por completo, aquellos gritos fueron aterradores....Escasos segundos, enseguida noté que eran los dedos amarillentos de Benjamín.

Me abrió el portón, corrí como un venado sin aliento y sin mirar para ningún lado, solo quería llegar a la vieja alquería. Recuerdo que subí al ático con una taza de chocolate bien caliente y desde aquella ventanilla fui viendo aquel vendaval, parecía el propio temporal en su ruptura. La naturaleza se veía brumosa…Los arboles caerse, los perros corriendo buscando resguardo, cuantos despojos cargaba el río….

A la mañana siguiente, fui a darle las gracias al Sr Benjamín y a darle el pago de su mantenimiento…Pero se aciago un fatal desenlace…. ¡Cual será mi sorpresa! El río se llevo todo…Se inundo cualquier camino….Aquel invierno saqueo hasta las tumbas…Solo quedó aquel portón, Jamás se pudo encontrar el cuerpo del sepulturero y sus dos mastines…Solo las dos lápidas de mis abuelos.

Años después fui a visitar la aldea de mis abuelos y a dejar unas flores en aquellos caminos…Convertido hoy en día, en un parador de rezos. Pase llorando, pues fui la última persona en visitarlo, momento más tarde…Empecé a escuchar aquellos aullidos de mastines. ¡No pude evitar el escalofrío!..Aquel temblor cubrió mi cuerpo, cuando vi que Benjamín me abría la puerta.


SOL.

















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