Infecundo amor
como seco y tan huraño…
En las tiranteces
de cada dolor,
la dureza
y cicatriz fue dejado en su daño.
Despoblada vivía
cada caricia
en ese infinito
vacío…
Aquella
herida siempre fue la molestia,
como punta de espina de un desierto solitario.
Lacerado perfiles
y ataderos
trabadas como
sombras en sus contornos
los baldío colmo los paraderos…
de mucha brozas y cenizas cubrió su entorno.
SOL.
MARISOL
PEREZ
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