Aprendí a escribir las heridas en la arena
para que el viento no pudiera borrarlas.
Aprendí también que las penas
eran así como alas
revoloteando
y dejando
huellas.
Aprendí a no tener pechos de odios
ni envidias en moradas ajenas
socave del alma...
Y deje las cosas buenas,
en mis adagios.
Aprendí a escribir sobre piedras
donde el viento no borre nada de ella
Fueron tantas las sombras,
Pero jamás perdí mi huella.
Aprendí a entender muchas veces...
El porque el Sol detrás de la espalda
supe reconocer,
Lo frío y oscuro de la celda,
y los rayos del amanecer.
Aprendí sin prisiones el amar
que la vida es mía y no de otro
Y mirando el alba puedo soñar
aún estando despierta.
Aprendí a escribir a mi manera
con la estela más sincera.
Aprendí que afuera hay un mundo de poesía
y escribo sin tener miedo...
ni envidia ni cobardía,
Aprendí a soltar mis letras...
SOL.
Marisol Pérez.
Aprendí a escribir las heridas en la arena
para que el viento no pudiera borrarlas.
Aprendí también que las penas
eran así como alas
revoloteando
y dejando
huellas.
Aprendí a no tener pechos de odios
ni envidias en moradas ajenas
socave del alma...
Y deje las cosas buenas,
en mis adagios.
en mis adagios.
Aprendí a escribir sobre piedras
donde el viento no borre nada de ella
Fueron tantas las sombras,
Pero jamás perdí mi huella.
Aprendí a entender muchas veces...
El porque el Sol detrás de la espalda
supe reconocer,
Lo frío y oscuro de la celda,
y los rayos del amanecer.
Aprendí sin prisiones el amar
que la vida es mía y no de otro
Y mirando el alba puedo soñar
aún estando despierta.
Aprendí a escribir a mi manera
con la estela más sincera.
Aprendí que afuera hay un mundo de poesía
y escribo sin tener miedo...
ni envidia ni cobardía,
Aprendí a soltar mis letras...
SOL.
Marisol Pérez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario